Habitualmente y de una manera inadvertida, en algún
momento del día, todos recurrimos a la negociación. Cuando regateamos el precio
de algo que deseamos adquirir, cuando pactamos un acuerdo laboral, o
simplemente cuando polemizamos que haremos en éstas vacaciones con nuestra
familia.
Todos conocemos desde esta perspectiva el “arte de la
negociación” de una manera muy peculiar. Pero en lo cotidiano, por lo general
actuamos de manera intuitiva; algunos lo hacen de una manera natural y obtienen
muy buenos resultados, otros deben realizar un gran esfuerzo para alcanzar lo
que se proponen. Algunos son más espontáneos que otros, pero considerando el
mundo actual todos llevamos instintivamente un negociador dentro; es más es un
ejercicio que aprendemos desde pequeños.