Durante siglos antropólogos, criminólogos y psicólogos, incluso
filósofos, han tratado de encasillar en una clasificación a los delincuentes.
Hay tantas propuestas como autores han intentado delinear un perfil de los
criminales.
Desde siempre, el debate permanente de la Criminología es si el
delincuente violento constituye un tipo especial de criminal. Los autores
siempre han tratado de hallar una taxonomía que encasille los distintos tipos
de delincuentes. Incluso en épocas de Platón y Aristóteles, una descripción de
la personalidad y características de aquellos que se apartaban de las
elementales normas de convivencia, fue objeto de ensayos por encontrar una
tipología de persona que permita identificar y pronosticar el comportamiento
delictivo.
Es evidente que intentar una clasificación ha sido y es una de las
más difíciles propuestas para los criminólogos de todos los tiempos. Criterios
antropológicos, biológicos, sociológicos, psicológicos incluso espirituales han
irrumpido en el mundo científico para poder encasillar un tipo en particular de
delincuente, en una categorización que permita el ordenamiento y
sistematización para saber quiénes son los delincuentes.