Científicos y no científicos por igual ha reconocido desde hace tiempo una entidad
bidireccional entre el consumo de alcohol y el comportamiento violento o
agresivo.
No sólo el consumo de alcohol puede favorecer la agresividad, sino
también victimización puede llevar al consumo excesivo de alcohol.
La violencia puede definirse como un comportamiento que ocasiona
intencionalmente o intenta infligir un daño físico. Violencia cae dentro de la
categoría más amplia de la agresión, que también incluye a comportamientos que
ponen en peligro a otra persona, que la acosa de manera hostil, o causa daños
de de forma no física específicamente.
Diversas investigaciones de tipo psicológicas, sociológicas y
criminológicas han explorado la asociación entre el consumo de alcohol,
violencia, agresión y el papel del cerebro en la regulación de estos
comportamientos. Comprender la naturaleza de estas asociaciones es esencial
para romper el ciclo de uso indebido de alcohol y violencia.